Ya sabes a que me refiero. A esos amores que por fuerza del destino no pudieron ser. Todos los hemos tenido. Y todos tratamos de olvidarlos.
Pero sabes una cosa? Es inútil. Los viejos amores son como esos sarpullidos que en cualquier momento creías curados pero surgen, te pican y te despiertan.Están por todas partes. En una calle, en un paseo a la ribera de un río, en una playa, en un hotel, en la música, en alguna comida, algún aroma. Incluso en tus sueños. A veces te enojas contigo mismo por volver a tenerlos.
Los viejos amores son como esos parientes que de repente aparecen y tú que creías estaban olvidados… están en la puerta de tu casa…sonrientes y dispuestos a hacerte pasar un rato de melancolía.
Un consejo: no luches contra ellos. Acéptalos.
Los viejos amores siempre ganan. Reaparecen guiados por sus propias fuerzas que son siempre mayores a las tuyas. Ahí están. Aunque tengas ahora otro amor. Que crees definitivo.
Esos viejos amores, son muy fuertes y persistentes. Son anteriores a todos. Estampados de manera invisible a tu piel y a tu corazón. Como esos tatuajes que crees haber borrado, pero que dejaron esa impronta indeleble que recuerdan que estuvieron ahí. Por eso digo que es inútil la pelea. Están y estarán aunque te propongas lo contrario. Después de todo, son partes de tu vida que a veces, secretamente, anhelas que vuelvan.
Cosa que en general no sucede. Porque ya son inmateriales y se guían por sus propios medios. Nosotros sólo los sufrimos o gozamos con ellos. Y el tiempo ya pasó. No volverán y si lo hacen, notarás que no son los mismos. Lamentablemente. O por suerte. Porque ya no son lo que tu recuerdas, son otros, con la piel parecida.
Pero sabes una cosa? Es inútil. Los viejos amores son como esos sarpullidos que en cualquier momento creías curados pero surgen, te pican y te despiertan.Están por todas partes. En una calle, en un paseo a la ribera de un río, en una playa, en un hotel, en la música, en alguna comida, algún aroma. Incluso en tus sueños. A veces te enojas contigo mismo por volver a tenerlos.
Los viejos amores son como esos parientes que de repente aparecen y tú que creías estaban olvidados… están en la puerta de tu casa…sonrientes y dispuestos a hacerte pasar un rato de melancolía.
Un consejo: no luches contra ellos. Acéptalos.
Los viejos amores siempre ganan. Reaparecen guiados por sus propias fuerzas que son siempre mayores a las tuyas. Ahí están. Aunque tengas ahora otro amor. Que crees definitivo.
Esos viejos amores, son muy fuertes y persistentes. Son anteriores a todos. Estampados de manera invisible a tu piel y a tu corazón. Como esos tatuajes que crees haber borrado, pero que dejaron esa impronta indeleble que recuerdan que estuvieron ahí. Por eso digo que es inútil la pelea. Están y estarán aunque te propongas lo contrario. Después de todo, son partes de tu vida que a veces, secretamente, anhelas que vuelvan.
Cosa que en general no sucede. Porque ya son inmateriales y se guían por sus propios medios. Nosotros sólo los sufrimos o gozamos con ellos. Y el tiempo ya pasó. No volverán y si lo hacen, notarás que no son los mismos. Lamentablemente. O por suerte. Porque ya no son lo que tu recuerdas, son otros, con la piel parecida.