No mereció la pena.
Si algún día alguien me preguntara si mereció la pena, contestaría que no.
Que no la mereció. Que no mereció tanto sufrimiento, tanto desgarro, tanto dolor, tanta ausencia, tanta espera, tanta decepción, tanto desdén vestido para la ocasión. Por cada segundo en el éxtasis han sido días en la más profunda sima del infierno, en la nada, viendo como todo sin excepción se derrumbaba a mi alrededor. Te sigo buscando, si. Pero como un yonki, que ya no encuentra placer sino hábito que desprecia, que le muestra ante el espejo a esa persona que pudo ser y no fue, que vive por y para esa adicción que ocupa su búsqueda de la mañana a la noche. Por todas partes te veo, te sigo, te noto, te busco, pero nunca logro atraparte: como en un sueño te escapas como una brizna de niebla, siempre en el último minuto, siempre en el peor momento, siempre dejándome helado con tu ausencia.
Te necesito, me desprecio, me desprecias, no me necesitas.
Crédito: ojalá jamás te hubiera conocido.
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Y tu que opinas?!?