martes, 18 de octubre de 2011

Carpe Diem

Una vez acepté que tenía que volver a levantarme, porque yo lo valía (... y lo valemos, por mucho que tu subconsciente sea tu peor enemigo y trate de bloquearte y decirte que no), se trataba de cambiar. No se si sabéis que la palabra "crisis" en el idioma chino significa "crisis", pero también "oportunidad". Eso lo había escuchado ya hace muchos años, pero esta vez me decidí a adaptarlo a mi mismo. Decidí usar la gran crisis de mi vida para cambiar todo aquello que no me gustaba de mi vida. Dejé de ser un workaholic para disfrutar de mi trabajo y a la vez tener tiempo para mis cosas. Aproveché el tiempo que ya no estoy con mis hijos para ir al gimnasio para ponerme en forma, para pasear a la vera del río disfrutando del sol de esta tierra, para salir más y ver a mis amigos, a mis familiares, para redescubrir lo que me gusta el cine en pantalla grande, y no en una TV, para volver a ir al teatro, para liarme la manta a la cabeza y conocer gente nueva, saliendo de mi zona de confort antigua y ampliarla. En fin, para disfrutar de mi vida.

Solo tenemos una vida. Y nos auto comemos el coco tanto con lo que debemos hacer y lo que se espera de nosotros, que en algún momento nos olvidamos de vivir, de sentir, de querer y amar. Nos volvemos esclavos de un sistema y una sociedad que lo único que quiere de nosotros es nuestro dinero, y por tanto, nuestra capacidad de generarlo. No dudo que es importante tener cierta cantidad de dinero, pero mucho menos de lo que nos metemos en la cabeza. No somos mejores ni más felices por consumir más. Ni por tener un coche o una casa más grande. Si nos lo podemos permitir sin tener que ser esclavos del banco para pagar las letras, vale. Pero si no, no merece la pena. Se nos va el único recurso finito en nuestra vida y que os aseguro que nunca volverá: nuestro tiempo.

Por tanto, vivamos la vida. Vivamos el momento. Carpe Diem.